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HERNIA DISCAL Y EJERCICIO: ¿QUÉ DEBO HACER?

Artículo de Carlos Vila


La lumbalgia o “dolor lumbar” es una de las disfunciones con más prevalencia dentro del mundo occidental. Se estima que dos tercios de la población tiene o tendrá dolor lumbar en algún momento de su vida. Desde un punto de vista económico, es una de las principales causas de baja laboral, por lo que tiene un gran impacto dentro de la productividad de las empresas.

El dolor lumbar puede tener múltiples causas, desde disfunciones más leves y pasajeras (como una sobrecarga por un sobresfuerzo) hasta lesiones graves como una fractura vertebral o incluso un proceso tumoral. Si llevas tiempo sufriendo de dolor lumbar, y sobre todo si no entiendes el motivo, no dudes en contactar con tu médico o fisioterapeuta para descartar que se trate de un problema mayor.

Otra de las lesiones que con mayor incidencia afecta al segmento lumbar son las protusiones discales, o la fase más avanzada de esta lesión, que sería la hernia discal.


Recordatorio anatómico

Seguro que casi todos habéis visto alguna vez la imagen de una columna vertebral: está compuesta por distintas vértebras, huesos que protegen la médula espinal de posibles golpes. Entre las vértebras encontramos los discos intervertebrales, que son estructuras cartilaginosas que articulan y amortiguan los movimientos de las vértebras. A su vez, el disco intervertebral está formado por dos estructuras: un núcleo gelatinoso y un anillo fibroso externo que lo rodea.


Hablamos de hernia cuando, debido a un exceso de compresión o un accidente, el disco intervertebral (en concreto el anillo fibroso) se lesiona y parte de su contenido (el núcleo) es protuído hacia posterior.

En ocasiones esto provocará dolor en la zona próxima a la lesión, y en los casos en que en su salida el núcleo presione alguna raíz nerviosa de la médula espinal, dará también dolor irradiado en el recorrido de dicho nervio.


El caso más conocido en hernias discales en la zona lumbar es la que afecta al nervio ciático, que al ser presionado en su salida de los agujeros vertebrales, podrá dar dolor irradiado hacia el glúteo y hacia la zona posterior de la pierna.



Lesión no significa dolor

Sin embargo -y es importante destacarlo-, el hecho de que exista una hernia discal, no significa que la persona afectada vaya a sufrir dolor. Varios estudios han comprobado que en muchas ocasiones la sintomatología del paciente no se corresponde con el grado de lesión que se puede ver en una prueba de imagen (resonancia magnetica). Es decir, que se han comprobado casos en los que viendo la imagen de la resonancia se podría entender que el paciente sufría una lesion importante y, sin embargo, este paciente no refería sentir ningún dolor.

Por contra, se han visto otras situaciones en las que la imagen mostraba una lesión menor y sin embargo, el paciente decía sentir un gran dolor.


Todo esto nos lleva a decir que lo importante en estos casos será atender a la sintomatología del paciente y no sólo a lo que muestra la prueba de imagen.


Factores que aumentan la presión intradiscal


Sobrepeso y obesidad


Tal y como hemos visto, la hernia se produce cuando, por un exceso de compresión sobre el disco, el anillo se rompe y el núcleo sobresale. Un exceso de peso corporal, provocará una mayor compresión sobre el disco, aumentando con ello la posible hernia.


Posición corporal

Del mismo modo, se ha comprobado que dependiendo de nuestra posición corporal, los discos intervertebrales sufren una mayor o menor compresión.


Si estando de pie erguido, la presión intradiscal es 100, ésta aumenta notablemente si inclinamos el cuerpo hacia adelante y lo hace aún mucho más en el caso de sostener un objeto en esta posición.


Como se puede ver, este aumento es incluso más drástico cuando estamos sentados, llegándose a dar el caso de que si estamos sentados, inclinados hacia adelante y sosteniendo un peso, la presión que sufre el disco puede llegar incluso a triplicar el valor de cuando estamos erguidos de pie. Esto nos permite llegar a la conclusión de que pasar demasiadas horas sentado, especialmente si lo hacemos en una mala posición, probablemente nos lleve a aumentar los síntomas de la hernia.


Ejercicios con impacto y “abdominales”


El ejercicio, como veremos más adelante, está altamente recomendado en el caso de sufrir una hernia discal, ya que nos ayudará a controlar nuestro peso (menos presión para nuestro disco) y mantendrá el tono y fuerza de la musculatura que rodea y estabiliza la columna (CORE).

Sin embargo, determinados deportes o ejercicios, en especial los que vayan asociados a un alto impacto articular (correr, saltar o deportes de contacto) estarán desaconsejados.

El ejercicio y fortalecimiento del CORE será básico para la rehabilitación de una hernia discal lumbar. Sin embargo, cuando hablamos de fortalecer el CORE, en muchas ocasiones se comete el error de confundirlo con hacer abdominales, que tradicionalmente se reduce a ejercicios y repeticiones interminables de crunch abdominal. En este ejercicio, especialmente si lo hacemos de forma errónea flexionando el tronco en exceso, aumentaremos la presión sobre la parte anterior del disco, haciendo que éste sea desplazado hacia atrás, de manera que se puede ver agravados los síntomas de la hernia. Por otro lado, los ejercicios que provoquen una rotación excesiva del tronco también aumentarán la presión intradiscal.


Para el tratamiento de estas patologías discales, al menos en sus estadios iniciales, intentaremos limitarnos a ejercicios isométricos (plancha), aunque como veremos existen muchas más opciones. Este tipo de ejercicios, realizados de forma correcta, permiten fortalecer la musculatura del CORE, respetando las curvas fisiológicas de la columna, evitando de esta forma el aumento de presión sobre el disco intervertebral.


Prescripción de ejercicio en patología discal

Natación y ejercicios en el agua

El ejercicio será una de las terapias más eficaces que podemos realizar ante un problema discal/hernia. Una de las actividades físicas más recomendadas por los médicos para problemas de espalda (y casi para cualquier problema), siempre ha sido la natación. Sin embargo, dependiendo de la técnica de nado, la curvatura lumbar puede verse aumentada y con ello, aumentar también la presión sobre los discos lumbares, por lo que no siempre debería estar recomendada.

Al margen de la natación, existen infinidad de ejercicios que se pueden hacer dentro del agua, aprovechando las múltiples propiedades que ésta posee. Sumergido dentro del agua, nuestro peso corporal se reduce notablemente y con ello tambien la presión sobre el disco intervertebral. Si a esto le sumamos que el impacto articular también se minimiza dentro del agua podemos encontrar en ella un medio perfecto donde poder realizar ejercicio.

Ejercicios fuera del agua


Existen también multiples ejercicios que podemos realizar fuera del agua. Ante un problema discal, nuestro objetivo será centrarnos en la musculatura del CORE, que será aquella que rodea y estabiliza la región lumbo-pélvica.

A la hora de seleccionar ejercicios para el CORE, especialmente en fases más iniciales de la patología, debemos elegir aquellos que minimicen o reduzcan la presión sobre el disco: la posición horizontal (tumbado) reduce considerablemente la fuerza de compresión sobre el disco, ya que el efecto de la fuerza de la gravedad deja de actuar en ese plano. Por otro lado, elegiremos ejercicios que respeten lo máximo posible las curvas fisiológicas de la espalda, especialmente la lordisis lumbar. Aquí os dejamos algunos ejemplos de ejercicios básicos que podéis hacer.


Ejercicios aeróbicos de bajo impacto


Por otro lado, con el objetivo de aumentar el gasto calórico y con ello favorecer la disminución del peso corporal, también estarán muy recomendados los ejercicios aeróbicos de bajo impacto (caminar o elíptica). La bicicleta estática también podría estar recomendada, pero tal como hemos visto, la posición de sentado aumentará la presión sobre el disco, así que a ser posible nos decantaremos por las primeras dos opciones.


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